martes, 13 de noviembre de 2012

Mi "outing" particular (Hoy, 3 años)


A eso de los 18 años me confirmé a mí misma cuál era (y es) mi  auténtica orientación sexual. Supongo que para algunas parecerá una edad tardía o al contrario, para otras resultará una edad temprana. Pero... ¿Qué más da que este hecho se produzca antes o después? Lo importante es que se dé y así ser consciente de quién y cómo es una realmente, que a veces resulta un tanto complicado.

A partir de ese momento, empecé a tomar contacto con las chicas: mis enamoramientos platónicos, mis rollitos, alguna que otra relación más o menos seria (aunque por circusntancias de la vida fuesen a distancia...).

En cualquier caso, a partir de ahí yo vivía a gusto conmigo misma, disfrutando de esas nuevas experiencias, orgullosa de ser lesbiana, sí, lesbiana, lesbianísima, y sin tener que dar ningún tipo de explicación a nadie, ni a mis amigos ya que ellos en verdad han ido siendo testigos absolutamente directos de mi "autoreconocimiento", de mis gustos y de mis relaciones durante el tiempo. Jamás he necesitado hablar con ellos. Siempre he actuado delante de ellos sin esconderme conforme yo misma iba avanzando. Y ellos siempre me han mostrado (también sin palabras), su apoyo, su absoluta aceptación y lo que es mejor: el mayor de los respetos siempre. Yo iba a mi bola y nada con respecto a este aspecto me preocupaba.

Lo malo o lo bueno (según se mire), vino a raíz de mi última relación. Sin duda alguna la relación más estable de las que he tenido (más que nada porque ahí no existían distancias, vivíamos a 20 minutos la una de la otra), y bueno... porque a parte de que ha sido a la persona que más he querido, a su vez (y lo más complejo) es que ha sido la persona que más me quiso. Eso se nota...

El caso es que tras más o menos al año de seguir manteniendo esta relación, cada día más estable, cada vez más idílica, con mis idas y venidas, con mis miles de mentiras piadosas hacia mi familia (por aquél entonces aún vivía en el nido) para estar más con mi ex y poder hacer más cosas juntas, ocurrió sin más algo supongo lógico.

Y es que de repente, empecé a sentir la necesidad de contarles a mis padres quién era yo realmente y qué tipo de futuro sentimental deseaba. Poco a poco, esa necesidad (que intentaba dejar pasar), se iba convirtiendo en un arma de doble filo. Ese sentimiento, esa sensación, cada día, cada minuto y cada segundo me ahogaba y me calcomía por dentro. Tenía mucho miedo, muchísimo. Más que nada porque no tenía ni idea cuál iba a ser su reacción si lo hacía.

Y al hilo de todo ésto, en un momento de no poder más no hice otra cosa que buscar ayuda. Así que un día, senté a mi hermano y a mi cuñada y se lo confesé (tampoco lo sabían). Entre sorprendidos y orgullosos me recomendaron decírselo a mis padres, no sin antes prepararme previamente con una psicóloga ya que ya había empezado a sufrir varias crisis de ansiedad.

Y seguí su consejos. Estuve varios y largos meses preparándome con la ayuda de Teresa, mi estupenda psicóloga para dar el paso. Ella siempre me decía que me programase una fecha concreta para hacerlo, la decidía pero luego siempre era incapaz de cumplirlo. También hacíamos algo de "arte escénico", ella simulaba ser mi madre y yo se lo contaba. Además (y probablemente lo más importante), me preparó en el sentido de cómo actuar tanto para una reacción buena, como para una mala.

Así que un noche, no sé porqué, ni cómo, estando en la cocina recogiendo la mesa de la cena (mi padre ya se había ido al salón a ver la tele), me pusé a llorar y le dije a mi madre: "me gustan las chicas".

Temblorosa completamente, no esperaba esa gran actitud de mi madre, que llorando también, me dijo "seas como seas siempre voy a estar aquí, hija".

Y mientras nos abrazábamos las dos, irrumpió mi padre en la cocina al oler que algo pasaba. Al verlo, mi madre la pobre, sólo supo decir: "no pasa nada, no pasa nada, es sólo que le gustan las chicas".

Jamás había visto antes explotar a mi padre con ese llanto sublime, despotricar, darse la vuelta sin decirme directamente nada y escuchar cómo subía a pasos agigantados las escaleras que le llevaban a su habitación, a la que para más inri, le pegó un buen portazo.

Visto el panorama, cogí el móvil, llamé a mi hermano y le dije: "ven para acá porfi, ya se lo he dicho".

(Y el siguiente capítulo lo haré en el siguiente post, hoy lo he empezado más que nada porque casualmente hace tres años de mi salida del armario para mis padres).










4 comentarios:

  1. Tú tienes que estar segura y orgullosa de ti misma ¿vale? Un besito

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y tanto que vale. Siempre he estado segura y orgullosa de mí misma, lo que pasa es que hay pasos duros y no precisamente porque creas que vas a sufrir tú, sino porque puedes hacer sufrir a los demás. Pero todo pasa.

      Un beso guapa!

      Eliminar
  2. Yo creo que a la larga (por que no lo sé, no he salido).. es un alivio y siempre ganas mostrar al mundo como eres realmente sin necesidad de disfrazar nada... esperaremos la 2º parte.
    Besos co ánimos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias!!! Lo mío obviamente fue un alivio, pero sencillamente porque antes surgió una necesidad. Hay gente que no llega a sentir esa necesidad, cada persona es un mundo.

      Besos!

      Eliminar